El Coleccionista De Relojes Extraordinarios by Laura Gallego

El Coleccionista De Relojes Extraordinarios by Laura Gallego

autor:Laura Gallego
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Juvenil, Fantasía
editor: SM
publicado: 2004-01-04T23:00:00+00:00


JONATHAN se asomó a la ventanilla del avión, moviéndose con cuidado con su pierna escayolada. Solo se veía un manto de nubes, pero él sabía que, en algún lugar, allá abajo, la Ciudad Antigua dormía junto al lecho del río.

Suspiró y volvió la cabeza para mirar a su padre, que roncaba sonoramente, y a Marjorie, que leía una revista. Todavía estaba algo pálida, pero se había recuperado bien y, por fortuna, no recordaba nada de lo que había sucedido. Y en cuanto a Bill...

Jonathan sonrió. Su padre se acordaba perfectamente de cada detalle de su extraña aventura, pero se empeñaba en actuar como si no sucediese nada, como si todo hubiese sido producto de su imaginación o de un extraño sueño que no valía la pena recordar.

Jonathan suspiró. Sabía que había sido real, muy real, aunque la Soñadora hubiese estado en lo cierto y solo estuviese viviendo en el seno de un gran sueño.

Con una sonrisa de nostalgia, recordó a Emma.

—¿Cómo supiste que el reloj expulsaría el alma de Marjorie si devoraba la del marqués? -le había preguntado ella.

—Fue por toda aquella energía que desprendían Jeremiah y el marqués -explicó Jonathan-. Recordé que para el reloj de Qu Sui las almas no eran más que una fuente de energía que le permitía seguir funcionando. Y luego, aquello que dijo el Contador de Estrellas...

—¿El qué?

—Que el Tiempo no puede contener aquello que no tiene edad. Pensé que el alma del marqués no cabría en el interior del orbe, era demasiado grande. De modo que el reloj se vio obligado a expulsar todo lo que había dentro, los restos de otras almas... para hacerle sitio al marqués.

Pese a que ahora estaba tranquilamente sentado en un avión, rumbo a casa, Jonathan no pudo evitar un estremecimiento. No había estado seguro en ningún momento de que las cosas salieran tal y como él las había planeado. El orbe podía haber estallado en mil pedazos, o no haber aceptado el alma del marqués o, sencillamente, haber devorado el alma de Marjorie, sin más. Pero Jonathan había seguido su instinto, y este no le había fallado. "Además, no tenía nada que perder", se dijo, recordando lo cerca que había estado de llegar tarde para rescatar a Marjorie.

Cerró los ojos, agotado. Todavía no podía creerse que todo hubiese terminado.

—¿Está derrotado de verdad? -había preguntado a Jeremiah, mirando con aprensión el orbe donde se adivinaban las facciones del marqués.

—No, solo demasiado débil como para escapar de ahí -había respondido el inmortal-. Su voluntad tardará un par de milenios en fortalecerse lo suficiente como para permitirle salir del orbe. Pero espero que, entre tanto, hayamos encontrado una solución para el Vórtice.

El Vórtice.

104

Jonathan aún no había encontrado palabras para describir lo que había visto cuando el Contador de Estrellas había abierto el reloj Deveraux, porque lo que escondía en su interior era diferente a todo cuanto el chico conocía.

Era como una esfera brillante que rotaba sobre sí misma suspendida en el aire y que cegaba a cualquiera que lo mirase demasiado tiempo.



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